En un septiembre; mi corazón abrió las puertas a tus días,
Sigilosa entraste volando cuan mariposa en rosa,
Silenciosa de repente tú en mis venas corrías briosa,
Abrasadas al viento huyeron yertas las horas sombrías.
Tus ojos fueron el abrigo de mis frías penas taciturnas,
De tus labios bebí la miel que endulzo mis amarguras,
De tus manos disfrute las caricias recónditas y puras,
Y a tu cuerpo enredado bañaronme lunas nocturnas.
Esa blonda cabellera tuya fue mi refugio y sombra,
Tu blanca y desnuda piel alabastrina es mi bandera,
Encontrarte antes de que mi desvaída ilusión muera,
Fue hallar en azul camino luz bendita que me alumbra.