Uno nace en el mundo sin censura,
Sin pronósticos, sin argumentos,
Con un lenguaje ensordecedor,
Que se comunica con lágrimas.
Uno crece en el mundo sin cadenas,
Sin libros bajo el brazo, sin un lápiz,
Con una mirada brillante y amplia,
Que se entretiene con los juegos.
Uno vive en el mundo como sea,
Sin mayor temor ante la vida,
Con un corazón propenso a herirse,
Que se reprime entre los amores.
Uno lucha en el mundo como puede,
Sin el mayor respeto a la muerte,
Con ganas de regresar el tiempo,
Que se esfuma entre las manos.
Uno muere en el mundo como todos,
Sin siquiera poder despedir recuerdos,
Con el deseo de nacer otra vez,
Pero que se entiende que es imposible.
Sé que todo viene atado a la libertad,
Nacemos, crecemos, vivimos,
Luchamos y morimos siendo libres,
Dueños no de nuestra propia vida,
Sino de nuestra alma, de nuestro ser,
De aquello que se hace por nacer,
De lo que se espera al crecer,
De aquello que se toma para vivir,
De lo que nos da fuerzas para luchar,
De aquello a lo que nos aferramos al morir.
Al final de todo morimos siendo libres,
Con la duda de saber si habrá otro cielo,
Como el que tenías cuando todo iba bien,
Con la intriga de saber si habrá otro infierno,
Como el que viviste cuando algo iba mal.
Al final de cuentas morirse es otra libertad.
RCarías
Guatemala