Bajó al patio de lo deseos,
abriendo la puerta
de esa tercera edad.
Atractiva y compuesta,
la dama sobre la arena
un libro entre sus manos
donde explicaba todo
los errores del humano.
El silencio era innato,
bajo sus lentes finos
la sentía seductora
era esa señora,
que tanto había soñado.
La piel que se asomaba
era tersa, encantadora.
Romper el hielo sabía
era tarea infinita,
pués ella no era damita
sino mujer de detalles.
Solo una mirada a él
pretendiente en potencia,
sus años con esa ciencia,
le demostraron que era
quién haría primaveras
de aquellos eternos años.
El libro quedó abierto
en la página cincuenta y cuatro,
donde sus líneas decían
¡Hay que intentar el pasado!
El le preguntó su nombre,
que aún lleva clavado
siendo igual a la herida
que hace tiempo había ganado....
y conversaron un rato
él con sus temores
ella pensando en el relato,
impreso en esas líneas
del libro ya alejado,
sobre la arena tibia
que el viento sigue hojeando.