Mi silencio tiene vida propia, iba y venía constantemente y se aislaba en su morada, aquella que de lejos se apreciaba y se iba lentamente, a veces la hallaba quieta, otras no tanto, se sentaba en el malecón de los olvidos contemplando cada atmósfera del tiempo, creyendo que así iba a envejecer, a pesar del ruido horroroso y del grito del mar que se escabullía bajo una colmena, mi silencio seguía en marcha sin vuelta atrás. Era como poseído, se alimentaba de sí mismo, egoistamente se sentía fuerte y vivo... Hacia lo que le venía en gana, no escuchaba plegaria alguna, se enterquecio consigo mismo sin tratar de encontrar un sinfín a su principio, vagaba bajo la noche cansada, vagaba entre la arena suavizante y aburrida de no oírlo por ratos, desde que mi silencio se inclinó en un bulto vació esperando que lo provocaran para desatar su ira silenciosa, pero a nadie le importaba, lo ignoraban por completo y fue eso lo que lo enojó más aun, se sintió vacío pero llenito de silencio botado a su suerte rebelde, se preguntaba por dentro para sí mismo, ni yo sabía lo que el planeaba para mí... (para ambos) me tenía un final desagradable envuelto de misterios, era como muda y sin la capacidad para oírlo, ni para ver, la impotencia de deshacerse de sí mismo lo agobiaba, no existió remedio alguno para controlarlo, ni consuelos inventados para adorarlo, no sabía lo que a él le hacía falta. Era como un amigo atrapado en mi interior que quería huir, solo quería ser el mismo, me castigaba constantemente sin poder defenderme o saber qué hacer, ya me estaba cansando, pero a ambos nos gustaba recorrer abundantes de energía la dichosa odisea de un mar sin fin, en la cual una noche la madre de los silencios nos unía sin consultar. Hasta que éste hizo un sin fin de emociones alborotadas en mi vida, y fue una noche cuando estaba a solas tratando de dormir y se escapó entre los sueños enraizados de distracciones, para mudarse hacia el malecón y hacer una morada ahí, pero sin suerte alguna se lanzo pensando vivir una aventura por única vez en su cruel y desagradable vida, sin embargo... apenas cayó y se ahogó siendo rechazado por su propio mar al que un día amó tanto; entonces comprendió mientras iba agonizando que no todo era bello como lo imaginaba en su silencio, y al presentir que uno de mis sentimientos más complicados y rebeldes corría peligro, me levante temblando y recorriendo gota por gota y buscando ola tras ola... pero fue inútil. Mi silencio había desaparecido y reencarnado al año debajo de los mares, aquellos que lo ayudaron a morir misteriosamente, solo el ruido y los gritos de una vieja melodía se escuchaba rodeada de todo... menos de silencio.