Ese amor que vive,
En el trinar del las aves,
En el amanecer y en cada tarde,
Ese amor, que vive en el aire,
Y en la sonrisa de un niño,
En el llanto de una madre.
Ese amor tan libre,
Como la estrellas,
Que alcanzarlas no puedes,
Pero te alegra el alma,
Con solo verlas.
Ese amor tan distinto,
Que crece sin abismos,
Renace de las cenizas,
Perdona con el alma,
El orgullo y la hipocresía.
Ese amor, que espera en silencio,
Que las palabras soslayen,
Del alma cautiva,
y habran la vida,
A ese amor infinito,
Que es y será un reglo divino.