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LA POESÍA Y LA PINTURA

 

El poema crece por las tripas y arrasa con la idea

Avanza sobre el vértice de las letras

Y se incendia en un reclamo

Cae en las manos de los otros y sus cuencos va llenando

 

La pintura, hace silencio y se aposenta en tus ojos

Cuando ya pudo con el artista  y quedó callada

Hasta tu preciso momento,

Entonces 

Llama con el color y exige vivencias

Como un ángel querubín presto a convertirte

Pero, igual que él

Solo aparece cuando se  hace necesaria

 

Ambas enloquecen en el permiso no conseguido

Rompen el rigor de las mentiras

Arruinan estructuras y mueren por ser pecaminosas

Recalan en la verdad y dejan sueltas las barajas

 

Son mi alma desconocida, son mi yo ignoto

Están cargadas de sabores, de vida nueva

Aparecen para salvarme de la melancolía

Se arropan con mis caricias escondidas

 

Son ellas las caminadoras del sendero

Las que viven solas y se acercan al necesitado

Son las del placer, por el placer mismo

Y hacen un repulgo en cada alma

 

Transgresoras del dominio perfecto

Cuestionan esta religión de la convivencia tenue

Arrebatan las armas de la libertad

Y se mecen en las banderas de los pobres

 

Hacen caminos del barro

Lamen heridas viejas

Remedian la impotencia de los más

Y llegan siempre a tiempo, aunque sea tarde

 

Porque están ahí cerca, aunque no las vemos

Con un montón de colores y letras apiñados en las manos

En los ojos, en un rincón  aun desconocido

Esperan el momento exacto para el desacato

Para romper las barreras de la ecuanimidad prevista

Por eso callan y ladran a la vez

 

 

Dicen adioses anticipados

Y nos reciben cuando nos dejan solos

Solos de soledad acompañada

Son mansas y voraces comedoras de ideas

Salpican la negación y la acobardan

 

Vienen a salvarnos

 

No las perdamos

 

Estamos a tiempo

 

 

 

Horacio Guardado

 

Mayo de 2011