El atardecer se duerme entre los arreboles del crepúsculo.
Mi ventana se cierra al impudor del negro cielo fatigado de estrellas.
Solo la luz del faro, acaricia por instantes el mar. Se duermen en mis
manos las horas de la tarde y me entrego al sueño, como a un río de
cambiantes imágenes...
.
Por los horizontales ojos de la persiana el sol cae sobre mi dorado y
ardiente.
¡Sol de verano¡ El cielo, un cuenco azul, me envuelve como prodigiosa
burbuja.
Mis brazos se extienden jubilosos hacia el infinito ¡ Hoy es un día azul ¡
En el mar, en el aire, en la hortensia que se asoma a la ventana. En la
imprudente enredadera que subida al roble, deja caer sus ramilletes de
campanillas celestes....
Las orgullosas palomas tornasoladas, las golondrinas que cruzan como
saetas el límpido cielo.
El mar es un espejo lineal y transparente...
Pero saben, hoy también siento el alma azul, reposada, sin nubes, como
si un trozo de esta calma hubiera entrado en mi, envolviendo en tenues
gasas mis alegrías y quebrantos.
Una serena humildad se aquieta en mi corazón herido de azul....
Ma. Julia.