No me acostúmbres
a tu dulce modo.
Es mejor, no saber,
que hay una mujer,
capáz de disolver mi odio.
Años de soledad,
acreeditan mi dureza.
Nadie lo diría,
al verme acariciarte
con infantil torpeza.
Ilusión, la del soldado
que nadie podía mandar.
Tu mirada serena,
apenas puesta en algo,
me hace salirlo a buscar.