Jose Allan Noriega

Ven ángel, aunque mi amor sea pecado.

Ven ángel, aunque mi amor sea pecado

 

Dicen  que cuando un ángel llora

Sus mágicas lágrimas fertilizan piedras,

Para que nazca una flor en donde moran

Porque su sindicado ha rayado en hiedra.

 

Cuentan que cuando un ángel ríe

Su dulzura hace las rocas diamantes,

Pues lo bueno de uno hace que confíen

La fe que estriban en sus protegidos amantes.

 

Cuando tienes un ángel de la guarda

Te mortajas bien es su grato manto

Y de los accidentes y cosas malas te salvan

Y con ímpetu y esmero te protegen tanto.

 

Veo que cuando el ángel te abandona,

Por uno de esos errores poco lícitos

La burbuja de protección ya no sazonan

Y a la intemperie dejan tu cuerpo explicito.

 

Y tenuemente voltean su vista y rostro

Dolidos por la tanta marea  mala

Y por las obras que realiza un tonto

Y que ni porque quiera viene y lo sanan.

 

Aseguro que é extraviado el privilegio

Que mi ángel circulara por mis venas

Y el escudo de su confiable sortilegio,

Y entrégueme yo a mis notables penas.

 

Y es la contienda contra el cuadro santo

El cumplir a cabalidad lo que el exige.

Pues contra viento y torrente el llanto

Lo  produce el pecado que me sigue.

 

Mi jolgorio y felicidad están en juego

Por el vil error que hay en mi mente;

Si al final es quemado con el fuego

O atacado por la mendiga serpiente.

 

Pero llenar el requisito que el pide,

Teniendo imperfección de otros culpables,

El pecado que cometa, igual mide

A la marca que me mata con el sable.

 

Yo doy guerra y lucho contra el viento

Pero es difícil no arrástrame por su fuerza,

Seguir en lid, equivale a que miento

A mí mismo o al juez que está en la mesa.

 

Al ángel se que lo he decepcionado

Porque en sus alas lleva mi sustancia,

Esa, esa que salió del gran pecado,

Pero que me da felicidad y no nostalgia.

No entiendo porque a mi gran puerta

Ha llamado a visita del desdén,

Es la verdad que tengo bien cubierta

Aunque al final no me haga tanto bien.

 

Y estar en protección del ala santa

Es cumplir cabal con el decreto,

“pero es engañarlo a él con fuerza tanta

O engañarme a mí mismo en el secreto”.

 

Yo se que el ángel que me cuida

Ha vaciado el rio de sus ojos,

Pues es obedecer, vivir triste en mentira,

O vivir feliz, y causarle los despojos.

 

Cuanto quisiera que tus ojos me miraran

Que tu vuelvas tu rostro hacia el mío,

Que en tus brazos mi alma descansara

Pues de tu amor, la seguridad confió.

 

Con tus manos enmienda la manzana

Que é mordido al errar y al faltar,

Purifícame ante la divina sotana

Sin perder el privilegio de vivir al amar.

 

Voltea hoy tu rostro hacia mi esfera

Y ve que no es justo de tu parte,

Pues el diluvio el fuerte y no espera,

E infeliz solo el pensar cambiarme.

 

Regresa a protegerme de mi mismo

A librarme de mis malas decisiones,

Ya que bien lo que yo amo y estimo

Causa las malditas destrucciones.