Fuimos volcán en erupción,
iceberg de helado hielo,
y extensas praderas saturadas
de bellas flores.
Fuimos más que palabras,
éramos vivas llamas
de refinados amores,
afilados puñales de diferencias,
y afectos por montones.
Fuimos lecho convertido en
ardientes pasiones,
fuego que quema las venas,
caricias, besos
y claras emociones.
Fuimos lo que nadie nunca fue,
un jardín de ricas flores,
con espinas que duelen,
con sonrisas y amores.
Fuimos lo tangible
y abstracto,
cuando se habla de amores,
porque un amor,
sin espinas,
es como un jardín sin flores.