El muchacho que toda su vida un sueño vivió, al despertar que ironía San Pedro su nombre llamo…
Amo a una sola mujer, adoro por años sus labios y su piel
Aquella mujer de en sueño por mas que lo intento jamás conquisto…
Y en su funeral, cual misa en pueblo de ateos, ni el alma del fúnebre asistió.
El pobre muchacho, que en su pecho cargo con la bala del despecho de otro,
a su amada de la muerte salvo
Y en el cielo lamento los años perdidos y lamento aquel sueño divino
Y a su amada, maldijo y odio…
Expulsado del cielo en el infierno se encontró,
con rencor y odio dominando su corazón,
el muchacho ni al despertar de aquel sueño pudo vivir la felicidad, que por tonto, nunca tomo…
Que ironía la vida, mas irónica la muerte… tal vez.