Al sueño que pronto marchita
al sol de un día muerto
y al son de un te amo escueto,
que aún incompleto el corazón necesita.
El río va buscando la mar,
y tu silueta a la orilla
escribe, tenue, una pesadilla
de la que me puedas salvar.
Si la muerte vendrá a buscarme,
si la vida ya lo desconoce,
con la fría sensación del roce
que haces quizás al engañarme.
Y quizás al perderme entre tu pelo
en busca de la tierra prometida
mientras dejo que el viento decida
si puedo morir en este cielo.