"Que rimen sabios con labios que tu ausencia no soportan,/ son sabios los labios que me besan,/que rimen pues, las cosas que me importan,/ con aquéllas que no me interesan".
La poesía siempre te consiente, te mima
y tu nombre hermoso lo escribo y rima
y si no, entonces yo hago que rime bien.
Algunas palabras al abecedario le robo,
aún sin caperucitas le invento un lobo
y si hay alguna se lo invento también.
A las rimas hay que obligarlas a salir,
no importa lo que tengamos que decir,
pero en cada poema deben estar ellas.
Hablar de cercanía o de tristes ausencias,
habla de lo humano, de las esencias
o de recuerdos y que rime con huellas.
Hacer que gallo rime con amanecer,
que la noche como lechuza pueda ser
y que cada palabra suene parecida.
Que nos rime el destino con la suerte
y hasta encontrarle a la propia muerte
algún modo de rimarla con la vida.
Que la luz a la oscuridad se le una,
que en rimas se casen el sol y la luna,
todas las estrellas y el solitario viento,
que el odio nos pueda rimar con perdón,
rimar al alma con nuestro corazón
y al beso con el más puro sentimiento.
La rima se puede lograr sin problemas,
al margen de cuáles sean los temas
que en nuestro poema vayamos a tratar.
Logramos que la noche rime con el día,
la realidad total con la más bella fantasía
y hasta el río indetenible con el mar.
Que nazca la rima, que su consonancia se vea
que cada palabra que se diga con ella se crea
y en todo poema hayan diez o hasta treinta.
Que rime boca de alguna manera con beso,
buscar que la pasión también rime con eso
y con el amor y si no hay amor, se “inveinta”.