Mi hermana Cristina
quiso aprender de cocina…
Y yo que soy el mayor
quise aprovechar la ocasión.
Mamá fue la instructora
y tomando la batidora,
nos enseñó sonriente
todos los ingredientes.
Luego sin tiempo perder
nos enseñó la forma de proceder…
El trabajo quedó terminado,
aunque algunas cosas derramamos.
Actuaremos con más precaución
en la próxima ocasión,
pronto seremos buenos cocineros
si seguimos trabajando con esmero.
Alejandro J. Díaz Valero