Ya no soy aquella que plancha los sueños
vaciando en lágrimas mil y un argumento,
aquella que calla llegado el momento
porque a sus deseos se oponen empeños.
Yo soy la que cuida detalles pequeños,
la que supo amarse con desprendimiento,
la que siempre aplaca sin merecimiento
las penosas fallas de otros desempeños.
La que extiende manos a los sinsabores
y en caricia tibia seduce mil penas,
cuando está agotada por largas faenas,
con sonrisa al viento ya espanta dolores,
disipa quebranto y angustias ajenas.
Yo soy la esperanza prendida en amores,
la que a viejos votos sabe hacer honores
y que de ilusiones deja henchir sus venas.
Sin hastiarse al roce de las desazones
se abraza entusiasta a ambiciosos retos,
librando batallas en actos concretos
confiándole al cielo sus predicaciones.
Yo no soy aquella de tiempos pasados
que en libros de cuentos volcaba ilusiones
y a encantamientos dotaba razones
trazando horizontes de cielos rosados.
Soy mujer que ríe, soy mujer que siente,
de palabra firme y el gesto fecundo,
con verbo consciente y el pensar profundo;
la que en pos de un sueño camina valiente.
La que ante la duda se muestra prudente,
la que no se asusta ni se desanima,
la que con vehemencia a todo se anima
y ante la injusticia salta consecuente.
Yo no soy aquella que jamás opina,
que enterrando anhelos por suerte suspira.
Soy quien en deseos sus sueños inspira
y luchando firme en acciones culmina.