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A sólo un poco más
de cincuenta metros
yace una mujer
desnuda de tu cuerpo.
Se alejan los ángeles
que velan su insomnio
aparecen demonios
que incitan placer.
Se arremolina el deseo
gime de ausencia
destroza su calma
el vigor sensual.
Cascada nocturna
es el vientre de fuego
incontenibles efluvios
convulsionan de sed.
Redentor de la carne
del trino de ayer
que apareces en sueños
e incendias perverso
su tálamo cruel,
libérale el paso
al goce final.