Barro para recrear
Entra el delirio deiforme
de la ciudad prisionera,
donde no hay luz ni quimera
sino un silencio conforme.
Del campo surgió la leña,
del fuego el plato fundido,
del hambre el dejar el nido
tras fruto, luz y reseña.
Surgió una aldea pequeña,
luego un pueblo multiforme,
luego una explosión enorme
de gente, edificio y calle
y así, de rural el valle,
entra al delirio deiforme.
Los surcos son avenidas
y el árbol torre metálica,
las aves turba vandálica
y el río es de aguas servidas.
Como él se arrastran las vidas,
perdida la sementera,
ya no hay guitarra siquiera
con que las penas capear
y al habitante librar
de la ciudad prisionera.
Una mitad goza el lujo,
la otra mitad vive a oscuras,
en mediaguas, de basuras,
de injusticias sin tapujo.
Mal hecho el truco del brujo:
quien no tiene queda afuera,
lo importante es la frontera,
todo queda dividido,
la tierra es caso perdido
donde no hay luz ni quimera.
Algunos, claro, denuncian,
mas pronto desaparecen,
los matan o bien padecen
más penas que las que anuncian.
Otros, los más, ya renuncian
a batalla tan deforme,
dejan que el tahúr los norme
y al prójimo olvidan de prisa,
no es el amor su divisa
sino un silencio conforme.
Así las cosas del mundo,
yo digo tras lo creado,
no todo está terminado,
el tiempo es cielo fecundo.
Tarea ya es del oriundo
mirarse y mirar delante,
nuevos pasos de gigante
son posibles en la tierra,
del amor es esta guerra
y la victoria en que cante.
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02 12 12