Móvilmente esta tierra
crea puertos y cimas.
Trashumante, su circo,
monta carpas, transita.
Ella ajusta acrobacias,
posiciona, equilibra,
balancea los pesos,
con su fuerza políglota.
Como niña pintando,
juguetea prolífica;
colorea desiertos,
seca arena declina,
de esa yerma aptitud,
por estéril, arisca.
Fantasiosa compone,
tiene musa, es artista,
creativa vislumbra,
soñadora imagina.
Es la lava, labriega,
que abona y multiplica.
Por ser fosas nasales,
los volcanes inspiran,
desde un céntrico núcleo;
líquidas vitaminas.
Tanto fósforo e hierro,
como la pedrería;
cristalinos zafiros
y diamantes que brillan.
Huerto inmenso: la tierra,
cual el hombre cultiva,
desde el fuego ella nace,
y entre mares camina.
De su huerto recojo,
gratuitas medicinas;
los remedios de arbustos,
con sus gracias rendidas,
que a las manos esperan
y al cuerpo tonifican.
Dulce canto nos cede,
melodía exquisita,
gentil tierra me ofreces,
cielo y agua que invitan;
al baño y al respiro
y a gozar con la vista.
Fértil huerto: mi tierra,
nuestra tierra divina.
Grande savia desprendes,
especies nutritivas;
cereales, legumbres,
frutos e hierbas finas.
Lirios, rosas, claveles,
robles, pinos y encinas.
Su álgebra bien dispone,
nuevas formas de vida.
La beldad quiso hilar,
para tu piel, mantilla,
y posó sobre ti,
condiciones precisas.
Es tu esfera un edén
que espacialmente vibra,
tal vez, fruto casual,
que hasta a dioses sublima.
318-omu G.S. (Bcn-2012)