Hoy te vi subiendo
las escaleras de la iglesia.
Lo hacías con tu marido.
Una manzana cayó de tu bolso.
Me apresuré a recogerla,
y te la entregué.
Los tres entramos al templo,
la casa de Dios.
Todo era silencio.
La iglesia estaba poco iluminada.
Tú te sentaste al otro
extremo de mi asiento.
En ese templo tomé
mi primera comunión.
Hicimos cada uno nuestro rezo.
"Señor, te pido
por los necesitados
de salud, de trabajo, de paz, de amor...
Que todos podamos estar unidos."
De tanto en tanto nos cruzamos miradas.
Tratamos de evitarlas,
pero no podíamos hacerlo.
En un determinado
momento te vi con lágrimas en los ojos.
La gente entraba y salía como
correspondía en un lugar sagrado.
"Señor, que se cumplan
los deseos de bienestar
que el mundo deseamos,
te quiero mucho mi Señor;
siento en mi corazón el amor.
Este amor prohibido
que me hace sentir
la alegría de vivir.
Aunque ame en silencio mi amor,
quisiera gritarlo y pregonarlo.
Pero no puede ser,
estoy pecando con el pensamiento,
en la casa de Jesús.
Pero no lo puedo evitar."
(Perdón Señor)
Te levantaste, y fuiste
hacia la imagen de la
Madre de Jesús.
Y la de mi corazón.
La amo y no puedo
expresárselo con palabras."
Amor, quiero mandarte
mi señal de sentimientos
hacia ti.
Pero sabemos que este amor prohibido
no puede ser. Pero no.
Nunca me arrancaré este
amor de mi corazón.
Siempre te amaré en silencio.
(Shhh...mente, olvídala)
No, no puedo.
Volviste a tu asiento,
y nos clavamos una mirada
de ternura indescriptible.
¡Soy feliz!Aunque no pueda decírtelo.
¡Soy feliz!
Esta noche iré a dormir
pensando en ti.
¿Tal vez tú harás lo mismo?
Dime con tu mirada que sí...
Te quiero mucho.
Con solo tu presencia,
aún en la distancia,
soy feliz.
Te quiero mucho, aunque este
sea un amor prohibido.
Todos los derechos reservados del autor( Hugo Emilio Ocanto - 07/12/2012)