He perdido el derecho a verte
y hablarte
sin siquiera haber sido yo
la que se equivoco.
Fueron los extraños
quienes te convencieron
de la maldad que no tengo,
de palabras que no dije
y en tu egoísmo decidiste
creer en sus embustes y fantasías
antes de consultar mi opinión.
y que queda hoy
de todo lo que nos paso?
De mi parte la esperanza y la fe
de que todo sea como ayer,
pero en ti no veo
siquiera la intención
de intentarlo de nuevo.
Y yo te quiero
como se quiere a un hermano
y siento orgullo, desde lejos,
de tus logros,
y también me enaltezco
de tus avances,
y porque lloro?
Por los extraños
que no te dejan volver a mi.
Y sigo aquí esperando
el día idóneo
a que esos extraños
te dejen libre y sigamos
juntos como siempre debió ser.