Después de pescar
manojos de estrellas,
las quise pintar
con mis acuarelas.
Pero me di cuenta
al ver sus colores,
que no es buena idea
hacerle manchones.
Mejor las disfruto
con sus resplandores;
ya Dios se esmeró mucho
en darle colores.
Alejandro J. Díaz Valero