En mis pesares
De dolerme, me duele hasta el aliento,
sólo lloran mis cuencas oculares,
no sangre, por supuesto, no son mares,
son lágrimas que mojan el cemento.
Y es que estoy viejo, Dios, y descontento
de la calva que crece en mis molares,
de la ceniza que hunde los lagares
de cada hueso que sostuve al viento.
Así cegado voy, costal hambriento,
detenido en buscar tumbas o bares,
eternidad del polvo o cruz de asiento.
Y así olvidar la danza en mis ijares,
limpiar este sudor y huir del cuento
del pañuelo estrujado en mis pesares.
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03 12 12