Fui feliz en mi niñez,
donde una piruleta era un tesoro,
donde Peter Pan y campanilla
se perdían por siempre-jamás
Fui feliz en la inocencia,
donde la ciencia era mentira,
donde la fantasía era verdad,
donde no había edad
para balones de trapo,
donde un sapo era mi mascota,
donde la sota ganaba al rey de copas.
Y de repente y por la espalda
se murió la primavera
que me inspiraba hasta la aurora.
Sonaron a su hora las obligaciones
matando ilusiones de poeta,
fusilando la inocencia,
condenándome a la gris realidad.
Hoy, en mi penúltima rebeldía
me rebelo ante la vida.
No acepto ser por ser
sin saber que hay poetas y poesía.
MIGUEL PANDUJAR