Hace todo el frío que el invierno salvaje se guarda en la panza lozana.
Quiero que estallen de golpe todos los poemas del mundo.
Sangrando, sufriendo la tortura más violenta. En la nada.
Juntos, en el mismo miserable momento en que te pienso desnudo.
Que no quede ni una hoja de poesía, que estalle en fuego
esta forma tan inútil de hablar en silencio, del silencio.
Porque vos y yo estamos tan distantes, en una forma que se
parece al hielo, al fuego y a la imaginación extrema.
Perversa imaginación inconsistente.
Incapaz de cruzar el momento oportuno.
No es el tiempo, nunca es el tiempo del encuentro,
nada nos une, todo nos une: pegados a un momento,
a una maldita, hueca palabra que a veces nos
enciende la sombra. Y otras es una noche atroz que nos reniega.
No te explico nada y no te voy a decir que el mundo
ya no entiende.
Es que te odio más de lo que sabes. Lo sabes.
Que no soporto más que no me escuches, que no toleras
más que no te oiga.
Soy la inquietud que sabes, que quiebra, que anula la humedad
de mis dos lagos.
Sos lo que queda de mí, de mi elegía patetica,
de mi ilusión atónita.
Somos sólo sol.
Dos certezas de lluvia, dos rincones de mundo,
en la misma arena –
personajes de un sueño.