Lentamente se van construyendo
entre anhelos e ilusiones
los paisajes que el alma añora;
los que duran un segundo y todo lo llenan,
los que callan las angustias
colmando de dulzura la razón.
Es el momento de dejarse invadir,
abandonarse en esa paz que
de nuevo estalla sólo para nosotros;
de perderse como si este ahora,
siendo un solo instante, lo fuera para siempre,
y sentirnos libres del martilleo e infernal ruido
–ansiada metamorfosis - que van dejando los silencios,
voces mudas de la indiferencia y la crueldad.
Es el momento para la sonrisa,
el tiempo para agotar los abrazos,
la ocasión para vestirnos o desnudarnos
-quitar o poner lo que nos sobre,
lo que no sea nuestro-;
tiempo para gritar nuestro nombre…
…como buscándonos;
Quizá sea la ocasión –otra-
para sentirnos tan vivos como ayer,
en mitad de esta forma lacerante de muerte
- pequeña y diaria- que no por anunciada
haya que dejarla vencer.
© jpellicer2012