RUBEN BUELVAS

EL ROSTRO DE UNA MASACRE

El salado, tu nombre parece predestinado al mal

Estas sembrado en el centro de los montes de maría

Eres como uno de esos pueblos pintados en la nada

Lleno de sombras, de espantos, leyendas  y cuentos

Como los que narra el gabo en cien años de soledad.

 

Algo terrible ocurrió que marco a los saladeños

En febrero del dos mil, del dieciséis al veintiuno

 Días que no olvidaran los que allí sobrevivieron

La masacre fue terrible de gritos y desespero

Descuartizaban los cuerpos como si fueran carneros.

 

Fueron sesenta y seis muertes, entre hombres, niños y mujeres

Ejecutadas si piedad por paramilitares (450)

Dejando tras sus espaldas sangre, dolor y lagrimas

A personas destrozadas sin esperanza ninguna

Y niños que van creciendo con recuerdos que torturan.

 

Las heridas muy profundas costaran restablecer

Y  a todos los desplazados  le será difícil volver

Porque sus seres queridos no los volverán a ver

Solo Dios sabrá el destino que les tocara correr

A  todo el que se haya quedado que Dios se apiade de él.