Tengo unas manos únicas, privadas,
limpias manos de hueso joven,
mis manos son de tela o son de plástico,
llenas de dulces abejas hinchadas por la sangre
durmiendo sin medida y sin despertadores,
mis manos más que manos son antenas,
radares que cuelgan de un una teja
o dinosaurios paralíticos corriendo en las paredes,
como llaves de puertas de sótanos infinitos,
como altas, sombrías y apagadas palmeras,
estas manos son mías, no tuyas, mías,
así como este poema, o mis ojos, o mi piel,
o mi cabello perpendicular, son de mi propiedad,
no los vendo, no los juego, no los regalo,
solo tengo estas cosas para compartirlas con el universo.