Iconos fríos, frustrados
en pergaminos de olvidos,
rostros que van repetidos
entre modelos gastados.
Mensajes obsesionados
por la estrechez del caudal,
desafían con labial
exposición las edades,
vistiendo en sus soledades
cada cara de un portal.
Iconos en madrugada
lenta del tiempo pasado,
cuerpo de papel tentado
por lo cierto de la nada.
Cuando cierra la morada
de la página amarilla,
sobre el borde de la silla,
queda el anhelo despierto
de algo que a veces ya muerto
intenta luz… casi brilla.