Bendito aquel que encara de frente al mundo,
cuya esperanza le da firmeza a su mirar,
que mezcla es su sentir de amor y salud.
Bendecido es el hombre, que sin tenerlo todo
entiende lo que es ser feliz, cuya riqueza
única la tiene en las cosas del alma.
Encontrar la bendición de un día más al
despertar, se torna al ocaso en la gratitud
del pensar y la reflexión;
por eso, digno y ejemplar aquel que,
antes de elegir Dios, familia u hogar,
siente ya la clara señal de ser bendecido.