Se me enquistarán las primaveras
y se hundirán los barcos viejos,
y ya en las aguas sin sus reflejos
seguirá el crujir de mis maderas...
No, definitivamente,
para mí no habrán vientos de rosa
que curen el hastío
y broten nuevamente
por la sentina y los camarotes
de mi bergantín sombrío.