Mi alegría es tan repentina como las lágrimas de Dios,
Mi corazón encalla en mis putrefactas islas llenas de dolor,
Mi vista se nubla al ver como muere el sol frente a mí.
Tu imagen es solo un recuerdo más de mi pensamiento,
Mi alegría es tan repentina como las lágrimas de Dios,
Siento un millar de espinas de tu duro corazón que se aproximan a mí,
Dejándome con la mente en blanco y sin algún tipo de sentimiento,
Me acerco a tus labios y tú, me recibes con un dulce sabor a cereza,
Un segundo que se sintió como años dentro de esta nostálgica cabeza,
Imaginando que el mundo es mío y tuyo, acurrucándonos sobre la mano de Dios,
Cuando este nefasto corazón se quiebra como vidrio al escuchar un lamento,
Un lamento que rompe mil almas hasta penetrar toda tu vida y algún sentimiento,
Te deja vacío, sin aire, sin nada más que pensar que en el dolor,
Mi alegría es tan repentina como las lágrimas de Dios,
Mi alegría dura tan poco como el inicio de una catástrofe,
Pero mi dolor prevalece como una tormenta.