Sigiloso los segundos transcurriendo,
brincan –saltan- relampaguean inquietos/
cual granizos cayendo, fríos/ yertos,
solo el murmullo de sus pies corriendo.
Sesenta son los minutos, que marcan
los latidos del reloj interno/ latente;
como lava transita por la mente,
quemando navíos/ que el tiempo surcan.
Las horas son rosas; que se abren al día,
para vestir de colores/ el mágico destino,
que sin dudar al ser; llenan de alegría.
Horas, minutos/ segundos por el camino
aprisa van; quieren grabarse en la poesía,
como el tic-tac del tiempo/ en un pergamino.