"Una lección ayer aprendida/ me ha hecho ser más fuerte./ No se juega con la vida/ ni se juega con la muerte".
Te muestras muy diestro al escribir,
tu celular bonito no deja de lucir
mientras te paras a recibir pasajeros.
La música a todo volumen te anima,
una señora cargada de bolsas encima
anda con unos niños traviesos y fieros.
Se sube a tu unidad otra cansada mujer,
un bebé en sus brazos le hace querer
que algún caballero amable le dé asiento.
La música muy alta no deja de sonar
y continúas concentrado en tu celular,
otro mensaje te ha llegado en el momento.
Arrancas de nuevo tu vehículo y la gente,
no va viajando muy cómoda precisamente,
pero en tus manos están como todos los días.
Te comes la luz de un semáforo y no importa,
la ruta que cubres no es tampoco tan corta,
así que eso justifica tu velocidad en las vías.
Una mujer de espalda sexy y destapada,
con una faldita que deja poco o casi nada
sin ver, también va viajando en tu unidad.
Hay ciertos reflejos del sol que te ciegan
y no lees bien los mensajes que te llegan,
pero eso no hace que bajes la velocidad.
Hay niños llorando en la parte de atrás,
la mamá los reprende y no aguanta más,
quiere llegar con prontitud a su casa.
Alguien te pide con modales buenos
que por favor corras un poco menos
y tú ni te enteras de qué es lo que pasa.
Manejar escribiendo tantos mensajes
y hacer a tanta velocidad tus viajes
te parece que es rutina de todos los días.
Así pasaba el tiempo mientras viajaban,
alguien se quejaba, los niños lloraban
y tú manejando veloz... escribías.
Una anciana en una parada quiere subir,
le gritas a la gente que para atrás deben ir
porque más gente en tu vehículo aún cabe.
Vuelves a iniciar la marcha ya de mala gana,
¿le dará alguien su puesto a la anciana?
Es algo que al momento, nadie lo sabe.
El tiempo pasa y tu unidad ya despega,
casi un avión parece, otro mensaje llega
y creías que manejar y escribir podías.
La luz de otro semáforo irrespetaste,
te reíste y a alguien cercano le mostraste
los mensajes que en tu celular escribías.
De pronto en una curva... ¡accidente!
Se escuchan los gritos de toda la gente
y tu vehículo da vueltas aparatoso.
Nadie supo en qué terminó esa mañana,
si sobrevivió a todo eso la anciana.
Y no se dañó tu celular tan lujoso.
No hay señales de la mujer de la falda,
la que mostraba lunares en su espalda
y los niños que lloraban no se oyen llorar,
la madre que los regañaba afligida
tampoco da muestra alguna de vida
y la música ya ha dejado de sonar.
La que describo es sin duda una escena triste,
pero es algo vigente, que sucede, que existe
y no sacado de alguna alocada fantasía...
Personas inocentes víctimas de la fatalidad,
un colectivo de pasajeros a mucha velocidad
y un chofer irresponsable... que escribía.