“yo sé que me han tañido de loco e irreverente
de imprudente quizás y de altanero
-pero yo no como en plato de los perros
ni bebo la cicuta
ni me callo ni espero-…”
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Si vamos a caber en el infierno -ahora lo entiendo-
No somos tantos,
acomodados uno y tras de otro con los mismos pecados,
que inconclusos a veces resultan los sucesos
no podemos contarlos
es una eternidad curar heridas
que son para el imperio de la vida
todo un caos sumergido de palabras.
¿A dónde empieza el hoy cuándo el ayer lo acaba?
¿En qué esquina dar vuelta
o en qué árbol recargarse a leer un poemario?
Hay que acostumbrarse a mirar a las gentes
a travesar las calles
con el mismo vaivén de todo el día;
o mirar una puerta que oscila a la esperanza
o la puerta de un cuarto
en que descansa el alma,
(es igual tendría que cerrar los ojos por un momento
simularme ya muerto
a travesar el puente que cruza hacia el infierno
sabiendo que en el oscuro camino
Luzbel salga a mi encuentro)
Tendría que revisar el libro, donde la remembranza sucumbe y vuela
leer algunos versos de poetas ilusos
radicales quizás, eróticos supuestos;
por eso cuando cruzo la acera del momento
no espero la nostalgia, ni critica
ni aciertos;
yo sé que me han tañido de loco e irreverente
de imprudente quizás y de altanero
-pero yo no como en plato de los perros
ni bebo la cicuta
ni me callo ni espero-
Mucho menos me siento a la mesa de los hipócritas
de aquellos que te ofrecen la manzana podrida
y que son llamativos por poder
y riqueza.
¡Qué bueno que me critiquen..! Me siento satisfecho
-los medios de comunicación, amigos y maestros-
No sé si sea ducho, ponderado y consiente
Pero sé “qué cuánto más hablen”
Más estaré presente.