El se marcho de mi y me dejo sin nada/
sentado en el umbral de las ideas,
con una mano puesta en la mejilla
y la otra/ le va siguiendo el rastro...
Se fue con mis sentidos hechos carne
y me dejo en materia no materia,
en el anti-materia.
Se fue sin la emoción/
sólo con su medido corazón,
no queriendo cosquillas en la piel
ni en él reminescer
lo que llaman amor
y otros sentimientos.
Dividió la pasión/
la hizo bipartita.
No sé, menos tampoco puedo comprender
como podrá volar él con sus pies
que ahora solo son hidra y arena,
o como entonara aquella canción
que denotaba el alma en cada voz
cuando él la musitaba.
El no tenía alas mas sabía
secretos de la noche,
había visto borrascas de libélulas
escupiendo el silencio,
él presencio los átomos edenicos
deshacerse en iones,
escucho galopando en las cónstelas
la carrera del cronos,
fue testigo astronauta de terrenales seres,
y concibió mil cosas aun estando
magnético a esta tierra.
Ahora sólo sé
que siempre vivo tibio,
hibrido en cuanto al clima se refiere/
ausente yo me siento de sentidos
tan sólo estoy presente en sinestesia
con recuerdos del antes y esta vida...
y vivencias futuras que eternizan.
Creo que él se canso de estar atado
a este abstracto cuerpo,
quizás él anhelaba las caricias
que le daba natura en el sub-suelo...
cuando en ríos subcutáneos ella bajaba/
por su interior mordiendo,
haciéndole latir en sus dendritas,
en su nervio encubierto
el que temblaba cuando en el sentía
el frío recorriendo...
esa electricidad que da la vida
a aquel molde de arcilla/
guarida del deseo.
En cambio yo también estuve encadenado
como ave en cautiverio,
limitado de tiempo y del espacio
a un tercio/ de eternidad y ensueño,
por tanta gravedad mortalizado,
con un peso en mis hombros y un silencio,
mudez que me impedía ser alado,
ser aire, ser etéreo...
anhelando las cosas de la noche,
como el besar la luna con mi aliento,
el sumergirme en todo y en el alba...
llover mojando en mi el universo.
El sé marcho de mi... a otro estado/
se quedo en otro puerto,
el mas allá, la cumbre nos separa/
quizás como esas horas cuando el sueño
me abría la prisión, la de su estancia
y yo surcaba horizontes nuevos
pero antes de rallar el alba/
regresaba,
me volvía a mi cuerpo.
Ahora estoy tan solo en la galaxia,
¡Ay díganle... señores que le quiero!
que me hace falta el verme yo en sus ojos,
cuando él sonríe verle en el espejo,
¡Ay quien comprende al alma y sus razones!
¡Ay quien descifra este dilema eterno!
El del cuerpo y el espíritu en la batalla
de ser uno en el tiempo
y luego querer ser lo que antes fuera
y recordar la vida en su momento.
Hasta que al creador le den las ganas
de volver a soplarnos/ en nuestro cuerpo.