Maestra de mi niñez
sacada de la memoria
eres parte de mi historia
en mis años de vejez.
María era tu nombre
como mi segunda madre
Ramirez era tu padre
como decías, gran hombre
Fuiste severa señora
con el puntero en la mano
era un cariño sano
demostrado sin demora.
En esa clase de historia
de la ciudad tan nuestra
fuiste la querida maestra
guardada en mi memoria.
La escuela número diez,
fué tu refugio diario,
con niños de colores varios
nunca tuviste avidez.
De separarlos lo sé
eran tus segundos hijos
si eras como ese sijo
dando calor a sus pies.
De patitas llorosas
recorriendo los pasillos,
erámos tan sencillos
en forma tan decorosa.
Te recuerdo como profesora
de los dolores de la vida,
fuiste mujer querida
por tu acción de forjadora.