Veronica Arteaga

ELLA Y EL

Ella y El caminaban por caminos bifurcados sin saberlo.

Ella, caminaba con pasos apurados, devorando el camino, 

como si la vida pretendiera aprisionar sus pasos y retenerla.

El, medía los suyos, con pisadas circunspectas y medidas

cuidando siempre de apoyar sus pies exactamente en el mismo lugar para no equivocarse.

Un día, Ellos, tan únicos, tan especiales, coincidieron

en un cruce de caminos y se miraron para reconocerse.

Descubrieron que habían estado buscándose y que se habían encontrado a pesar de la disparidad de sus pasos 

y qué, oh coincidencia, llevaban el mismo destino de viaje.

Ella tenía hambre y El tenía sed, así que se sentaron bajo la sombra de un árbol y abriendo sus alforjas compartieron lo que cada uno tenía.

El sació primero su sed y luego descubrió que el agua no estaba del todo clara.

Ella, partió el pan que El le ofreció, lo comió con ansias y sacudió las migajas de su regazo para que se alimentaran los pájaros que los habían seguido.

El, conservando un poco el disgusto por el agua que consideró inadecuada, tomó su hatillo y emprendió el camino con su andar tan cauto, tan medido.

Ella, se encogió de hombros, guardó el agua en su alforja

y retomó su andar de pasos presurosos, devoradores de caminos.

Pensó que El, pronto volvería a tener sed y que sería muy bueno que Ella le saliera al encuentro en otro cruce del

camino.



Verónica.