Iba yo por un camino
y tropecé con unas piedras:
Ay, si les cuento amigos
lo que me contaron ellas.
Me senté en el camino
para darles aliento,
a ver si así veían distinto,
el camino polvoriento.
Regresando por el camino
a todas las piedras bendije:
Ay, si supieran amigos,
las cosas que yo les dije.
De regreso ya, pensativo,
giré de pronto mi cabeza,
y vi las piedras del camino
muy felices, sin tristezas.
Alejandro J. Díaz Valero