LUCIO ROBERTO RAMÍREZ GONZÁLEZ

EN DEFENSA DE MI AMADA

Me imagino cómo has de sentir,
porque yo en carne propia he vivido
desilusión, dolor y desencanto,
me imagino cómo has de sentir,
no hay filosofía que describa,
o se acerque a explicar el desamor,
ni corazón que pueda soportarlo.


Con tanto dolor sólo se sangra,
se detiene todo, hasta el alma,
como si al unisonó los relojes
de todo este mundo se pararan,
no hay campanas en las plazas,
ni tacones de negros corceles,
que rompan el silencio en las calles.


Los fragmentos del tiempo y del espacio,
se rompen y nada o casi nada,
parece que pudiera repararlos,
el espíritu se hace como polvo,
convertido en tormenta de arena,
que sólo quiere destruir a su paso
a las tristes almas que se opongan.


He vivido todo eso y lo lamento,
lamento tus lágrimas de sangre,
lamento tus tormentas de arena,
lamento tus lamentos más internos,
lamento tu corazón partido,
tu dolor que en desgarro te desgarra,
lamento tu universo destruido.


Pero tú te fuiste hombre desgarbado,
dejando llanto tras de cada huella,
tus pasos no lloraron la Inocencia
que tus actos producían sin razones,
dejaste abandonadas tus palomas
en un nido saturado de halcones.


Declárame culpable si así lo quieres,
demándame ante los dioses del Olimpo,
que el único pecado ha sido amarla,
como sólo ella merece ser amada,
de paso tus palomas en concierto
sujetan mis piernas con sus llantos,
abrazan el amor que puedo darles.


Que Zeus lance sus rayos destructores,
mi mujer no es Afrodita en esta historia,
yo, soy cetónico haciendo su tarea,
de nutrir los corazones y cerebros,
que en tus propios errores en la vida,
por tus eternos viajes en el tiempo,
has dejado en el camino abandonados.


Que venga Atenea y que me juzgue,
no temo a sus sabias conjeturas,
porque mi diosa vivió como mi amada,
en pureza y santidad inmaculada,
alejada de placeres de este mundo,
esperando en sus sueños tú regreso,
cuando hubieses dejado tus locuras.


Qué venga Apolo, Ares y Perseo,
que Hermes rompa mis liras y mis dones,
no se quita lo que está abandonado,
amarla hasta la muerte es mi deseo,
yo a ti nada te he quitado,
los dioses abandonen todo Delfos,
que yo saldré en defensa de mi amada.