Oh Salve, Patria para mí querida!
Mi dulce hogar, ¡oh salve, Guatemala!
Tú el encanto y origen de mi vida.
¡Cuánto, tierra bendita, se regala
el ánimo evocado de tu suelo
las prendas todas, de natura gala!
Me acuerdo de tu clima y de tu cielo;
a tus fuentes me asomo, y se pasea
por tus henchidas calles ¡ay! mi anhelo.
En tus templos mi vista se recrea,
y a la sombra encontrarme de tus lares,
a ti volando el corazón desea.
A veces me parece los pinares
divisar de tus montes, y las frondas
que esmeraldas semejan a millares.
Veo por las mieses tus campiñas blondas,
campiñar en perenne primavera
a las que riegan cristalinas ondas.
Rafael Landívar