En un bosque de verde espesura
toda la fauna hacia literatura.
Unos escribían con sentimiento
y otros para pasar el momento,
podía verse en el fiero león
una variada y rica versación,
la alegre y frágil mariposa
escribía bonitas prosas.
El cocodrilo y el leopardo
eran especialistas en poema largos;
el hipopótamo, el ciervo y el oso
eran magníficos en poemas cortos.
El búfalo, y el castor
siempre escribían poemas de amor;
el chimpancé y el mandril
honraban con sus letras el cuento infantil
el coyote, el zorro y el tigre
escribían versos con rima libre;
y la lechuza y la ardilla
hacían sus versos con métrica y rima.
La liebre y la mofeta
escribían alegres sus cuartetas;
mientras la serpiente y el cangrejo
escribían versos muy complejos;
el elefante y el grillo
escribían sus versos muy sencillos;
mientras la perdiz y la pereza
escribían con mucha destreza
y la sanguijuela y la pantera
escribían a duras penas.
Todos juntos, a la madre natura
la homenajeaban con literatura.
Y hasta con mucha pulcritud
pudo la tortuga mostrar su virtud
pues no solo ella escribía
sino que también corregía.
A todos sus compañeros leía
y revisaba acentos y ortografía;
trabajo que hacía con fundamento
y además lo hacía en secreto.
Siempre salía de su caparazón
para hacer la oportuna corrección,
y se alegraba que los escritos
quedaran correctos y bonitos.
En el bosque de verde espesura
se veía merodeando a la tortuga.
Que escribía no sólo frases,
sino que con versos hacía sus enlaces…
Escribía versos sin rima de ningún tipo
dejando su fragancia en el olvido
para tomar los remos en su alegría de amar
y en las sabanas, brindar un nuevo despertar.
Tortuguita correctora
escribe y sigue corrigiendo,
que todo el bosque te adora
por el trabajo que estás haciendo.
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