Nos dirigimos los cuatro
hacia mi coche. Subimos.
Y comencé a conducir hasta casa.
En el trayecto del viaje,
sonriendo dije:\"Pequeña, hemos hablado
bastante, pero no nos hemos presentado,
¿cuál es tu nombre? Alejandra...
hermoso nombre... el mío es Emilio,
mi mamá se llama Rosa, la cual
es tan hermosa como ella,
y mi papá es Severo, que muchas veces
le hace honor a su nombre...\"
Nos sonreímos los cuatro,
y yo interiormente me noté
un poco nervioso.
No sabría precisar por qué.
Mirabas con ojos asombrados
todo el paisaje durante el trayecto.
Decías que todo era hermoso.
Papá tuvo la intención de encender
un cigarrillo, y mamá no se lo permitió.
Papá comentó: \"Estas mujeres,
no te permiten hacer lo que uno quiere,
tenemos que hacer lo que ellas quieren\"
Le contesté que mamá tenía razón.
Que no le hacía bien fumar,
y menos dentro del coche.
Ni yo se lo hubiese permitido.
Al fin llegamos a casa.
Bajamos y mamá le indicó
a Alejandra su habitación.
Era reducida, pero para
una persona, cómoda.
Mamá te ofreció si querías bañarte,
y aceptaste de buena gana.
Después, entre tú y mi madre,
comenzaron a preparar la cena.
Yo ya había adelantado las compras.
No faltaba nada para una buena velada.
Teníamos una invitada especial,
aparte de ser una huésped en la casa.
Alejandra comentó parte de
su vida en el Chaco,
inclusive los comentarios de su padrastro.
Después dijo que no quería recordar aquello...
Terminamos de cenar.
Cada uno se retiró a su habitación,
Y yo me fui a bañar...
Por primera vez resbalé en el piso
y casi me caigo.
Por suerte evité la caída
sosteniéndome en la pileta.
Seguía notándome extraño, nervioso.
Salí del baño ya en pijama,
y entré en mi habitación.
Me acosté, y no podía conciliar el sueño.
Mis padres tenían su habitación
en la planta alta.
Alejandra y yo en la baja.
Tenía necesidad de fumar,
pero hacía tiempo que no lo hacía,
y me abstuve de hacerlo.
Cosa extraña... tener deseos de fumar...
Interiormente sentí que también
otro deseo tenía... pero borré mi pensamiento,
y me dispuse a dormir...Lo había logrado. No se cuánto
tiempo había pasado,
y escuché gritos de Alejandra: