Una vez en mi sueño te hice mía, contemple la armonía de tu belleza y tu sonrisa, entendí tu razón de ser, porque para ser tan bella naciste mujer, con mis ojos desnude cada parte de ti y con mis dedos recorrí cada perímetro de lo que públicamente es privado, mientras con mi alma escarceaba todo dentro de ti, te imagine con suspiros de anhelos, y frio de esperanza, mi agitación era tal, que me deshidrataba lentamente, hasta aquel momento, en que el néctar húmedo y fresco que segregaban tus labios, me llenaron de vida nueva vez al tocar mi boca, respire, mire y seguí en tus encantos con pasión y entrega, ya no eran dos, la integración físico emocional nos habían convertido en un solo ser, un palpito, un respiro, mas cuando tu corazón se aceleraba, cuando el mismo universo carecía de espacio para sostenerte en la explosión de infinitas e indescriptibles sensaciones, lamentablemente desperté, y otra vez tuve que admitir, que una noche más, la humedad de mi sueño, fue por ti.