Desde sus alas, una flor que descendía volando,
pudiendo sentirse ese aroma de lo que es eterno,
gracia, esplendor, ternura, magia, su delicadeza
llenando de una música por sus ángeles, el amor,
el aire se vestía como noche de gala con certeza.
En la pista, toda de serena, pura como el blanco,
con la timidez de pequeña luna por salir primero,
hiciste una invitación de que mi vista se fue presa,
me acerqué a tu corazón, sus latidos eran el calor
necesario para que tomara en el baile tu esencia.
Iniciados en primeros pasos, ya no había espanto,
lo musical nos acompañaba para ser viaje selecto,
cada pase-baile tuyo hacia traslado nuevo, belleza
y pasión; dos seres aunaron a matices en ser color
único, color definido de alma, música y grandeza.