El día despertó lluvioso, frio y ceniza, húmedo y ventoso. Los comercios, mismo con las luces encendidas, estarán oscuros. Los dueños de tras del balcón, miraran para la calle casi vacía, tenían esperanzas que en estas semanas fueran mejores para su negocio. Algunos tienen sus tiendas del tiempo de sus Padres. Las han conservado, pero saben que y sienten que no irán muy lejos, mas día menos día las tendrán que cerrar. Mientras oyen el agua bajando por las tuberías, piensan en los centros comerciales y grandes almacenes, llenos de luz decorados con árboles de navidad, miles de lucecitas, música agradable recordando que la navidad está cerca. Con sus ojos tras las gafas, miran su escaparate, con su árbol, pequeña, guardada desde hace años con baloncitos de colores e se entristecen sus ojos, es insignificante y pobre su comercio. Tiempos felices de antaño, ¡cuántos clientes compraban e pagaban a prestaciones! Su Padre era feliz por poder hacer algo por quien no podía de una sola vez. Ahora, van a otros sitios, más modernos, llenos de confusión y ruido olvidados que en jóvenes tenían cosas, comprada en comercios, como el suyo.
Triste el tiempo viejo, en el moderno, la edad no solo coge el hombre, todo traga en lo implacable pasar de los años.
Cuánto dinero gasto en auto pistas, en grandes edificios estatales, en rotondas, en cambios de pequeñas villa y ciudades in echar una mano a los edificios antiguos, sin preservar lo más bello que ellas tienen, sus características su patrimonio.
Los cuadros antiguos, son prueba de cómo eran antes, se siente nostalgia, mejor sería que conservaran la traza que tenían.
El pobre señor mirando la calle mojada, sabe que poco faltará para en su comercio, nascer un edificio despersonalizado, lleno de aluminio, escuro e sin vida.
Quizá si mejora el tiempo venga alguien de su generación e le compre algo, charle un poco con el e termine el día con más esperanza.
Miro a través de la ventana, un manto de niebla no me deja ver lejos, miro, los pocos peatones, mojados, miro el futuro, moribundo. En estas fechas que antes eran preciosas y tenían un olor de fiesta, solo veo paraguas abiertos tapando caras tristes e infelices.
Deseo que las campanas aun toquen en la noche del veinte e cuatro, en capillas e iglesias, que los niños paseen con juguetes, no con aparatos electrónicos, fríos e sin sentido.
Si mejora el tiempo, una vuelta daré y prometo a mi misma que voy a entrar en los comercios olvidados e algo compraré. Tengo que decir “presente” a los que quedan de un ayer, tan cercano e tan lejos.
Quería los corazones alegres por lo menos, ver una sonrisa, en todos los que quedaran fuera de esta ávida sociedad impiedosa, que no se importa de los que no pueden acompañar los cambios, de la modernización incontrolada.
El gris y la niebla, están más fuertes, llueve con intensidad, el viento es fuerte, está llegando una borrasca.
Que Dios mande un poco de sol, para quien tiene el corazón frío de tristeza.
Oporto, 14 de Diciembre de2012
Carminha Nieves