"Me pregunté si en tus sueños estaba yo/ cuando dormida sonriendo te vi/ y no supe si pensar malicioso que no/ o ingenuo creer que sí".
Me hiciste creer que tanta indiferencia
era verdadera en tu manera de actuar,
que te daba siempre igual mi ausencia
que por extrañarme nunca ibas a llorar.
Que no habían sueños mencionándome,
que tanto abrazarme no te dejó secuelas,
que ya no irías por la vida buscándome,
que para olvidarme sobraban triquiñuelas.
Me hiciste creer que cada te amo dicho
fue como jugarreta de una niña traviesa,
que no había amor en ti, había capricho,
que estar sin mí no te causaba tristeza.
Que no me recordaba por una circunstancia
y tampoco por mil que ante ti se presentaban,
que ya los vientos a lo largo de la distancia
nada referente a nuestra historia contaban.
Me hiciste creer que el amor era incierto
y no habitaba en los rincones de tus adentros,
que no era verdad que yo soñaba despierto
hacíamos maravillas en nuestros encuentros.
Que tu corazón no latía por el latir del mío,
que tu alma no brillaba por la luz de la mía,
que donde hubo calor ahora reinaba el frío,
que no te olía la noche a mí antes del día.
Me lo hiciste creer y te pusiste un disfraz
de mujer que no ama, mujer que no siente;
un te amo de tu parte no volví a oír jamás
pero era que me amabas de un modo silente.
Era el eco mi único recurso para descubrir
cada noche si aún en tu alma me sentías,
mil veces te amo segura me podías decir
y que nunca lo repitiera al eco le pedías.
Fue tanto lo que en todas tus palabras creí
que ya no esperaba al amor de tu parte.
Cuidado, no te acostumbres a actuar así...
no vaya a ser que me acostumbre a olvidarte.