En la embriaguez del aire,
me gustaría cabalgar en el viento
llegar silente cuando estas dormida,
desvanecerme y aéreo me puedas respirar,
singlar tremolando tu pecho
ser necesario en tu letargo natural,
poder rozar suavemente tu sosiego,
saber que no hay que morir
ni ser un ángel perdido,
para peregrinar las curvas de tu cielo.
La distancia me impide redondear la luna,
pero prefiero acariciar tus sueños,
con las alas de esta ilusión,
y aunque el mirador no alcance a tu cuerpo
y el faro de tus ojos no me toquen con
su luz,
te confieso que me gusta
cuando tus letras explotan en mi pecho.
Me inventé el color de tu sonrisa
y puedo intuir el tono de tu voz,
solo con saber que estas ahí,
detrás de este muro que me vuelve
ciego pero vidente del amor.
Dibujo de tu sabor
el aroma que no tengo,
busco entre el polen de las flores
la dulzura de tus labios
y la música de tus pestañas
que acarician al tiempo,
sé que no te tengo pero,
te esperaré para soñarte,
inventaré caminos para pensarte
y no perderme en la marisma de este desierto
que se ahoga en el espejismo de un sentimiento
saber que te invento cada día...
y me reinvento cada vez que te pierdo.