A la mitad del día el sol se opaca,
cae manso y rendido como los años...
ellos que vencen el color de las ideas
niveando hebras de blanco en su sapiencia.
Acortinado en nubes de tono gris
pigmenta /él/ de amarillo/ sus cercanías,
haciendo lucir la tarde un poco triste/
llenando el interior de la desidia.
En rotación caminan los minutos
empujando agujas de arena/
hacia el ocaso,
y en una muerte lenta mas no súbita...
la luz que irradia al iris/ se apaga /
con frialdad en su letargo.
Como circulan ecos,
susurros hechos tiempo
que en pasarela pasan
y luego se disipan, o mejor dicho/
se despiden por ratos ...
o mueren para siempre
fugazmente
en los rincones del alma.
La lluvia cae lerda y acaricia/
unos cristales rotos por el sueño
y entre parabrisas sin quererlo
se desliza al poniente...
al lugar donde las sombras rondan,
donde en la esquina del silencio
se para un transeúnte
a preguntar su nombre a las esfinges
que de lejos le miran.
Y yo que observo inmerso en este cuerpo
mirando el sol que lento se despierta
de su profundo sueño,
adentrando en mi adentro siento algo,
algo que en mis entrañas se desata
y me hace recordar que aun sigo vivo,
latido tras latido ,
con un futuro incierto aunque seguro,
el cual presente tuvo
y pernoctando en sombras se quedo