Cuando al atardecer el ocaso de mis días me alcance
Llevándome cansado a los brazos de la noche negra
Y ya la luz entristecida de mi adolorida alma mengue
Para siempre sepultada en el hondo de un frio sepulcro.
Ya no apedreare más desde la solitaria vereda tu balcón
Con mis suspiros y aquel insistente !te amo vida mía!
Se irán conmigo los sutiles versos en pétalos de rosa
Y se apagara para siempre la luz de aquel te quiero.
Quizá en tus pesares me recuerdes flor amada mía
Y en tu pecho guardes en girones mil palabras banas,
La briza en suave susurro te recordara cuanto te ame
Aun cuando mis plegarias se hayan deshilado al vendaval.