Lo juro, Sr. Juez, ese hombre al que yo amo,
es un ladrón de amor:
robó todos los besos que a diario yo le daba,
besos que disfrutábamos,
porque él también besaba;
hurtó todo el aliento con el que lo rosaba
para erizar su piel y sentir con placer
que la mía también se erizaba;
se llevó las dos manos con que me desnudaba,
en la espera impaciente que las mías
sus ropas le quitarán;
me arrebató el olor que en mi cama dejaban
nuestros cuerpos mojados,
después de hacer amor en cada madrugada;
sustrajo de mi mente las ideas fugaces,
que nos ponían calientes sin pronunciar palabras;
cogió de mis dos ojos las miradas furtivas,
fogosas y atrevidas con las suyas fundidas;
desvalijó mi boca de las risas radiantes,
símbolos de alegría en las noches calladas;
me quitó el erotismo con que lo cautivaba
y que él me devolvía con lisonjas y ansias;
En fin, saqueó mi vida, mi amor, mi devoción
y por eso lo acuso, es un ladrón de amor.
Autora:
Amelia Suárez Oquendo
Amediana
17 de diciembre de 2012.